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Semblanza Literaria de Melba Marrero de Munné

 

Por Keila González Báez

A Bruno Rosario Candelier 

por inspirarme a rescatar el legado de Melba

 

Melba Marrero, quien más adelante, al contraer matrimonio, haría acompañar su primer apellido con el “de Munné”, nació en San Francisco de Macorís el 8 de abril de 1911.

Algunos dirían que su vida fue trágica por gozar del desdén de ciudadanos en su pueblo natal, por el rechazo del que fue víctima por parte del régimen de Trujillo, e inclusive de muchos escritores contemporáneos y actuales.

Otros dirían lo contrario: que tuvo una vida dichosa, entre viajes a destinos exóticos , lujos de todo tipo y el consentimiento de su marido Trifón Munné, quien la complacía con los gustos más exquisitos: plantas traídas de países lejanos, un Roll Royce con sus iniciales estampadas en los faroles, o caballos de paso fino que ella montaba recorriendo las calles de ese pueblo nordestano. 

En fin, que alrededor de Melba hay muchas historias. Tantas que cuesta saber cuáles son verdaderas y cuáles fabuladas. Quizá por eso, dijo hermosamente en uno de sus poemas:

 

Ahora 

que todos me conocen

Y tienen mi leyenda

Como una cosa feriada

Me siento como un trompo

Ya parco en la ración de cuerda.

 

Quien conozca el trabajo de Melba —lastimosamente, de estos hay pocos ejemplares— podría acotar que este fragmento pertenece al poema número X de su trascendente poemario Eva en extremaunción, publicado en 1953. Sin embargo, es sabido que el artista pone o habla de sí en cada pieza que realiza.

Aparte de este poemario, que ha sido valorado por sobresalientes conocedores de nuestra lengua como Bruno Rosario Candelier y Pedro Antonio Valdez, podemos encontrar otros que resaltan por su honda belleza e indiscutible presición en el uso del lenguaje. Así lo demuestra en su poemario publicado en 1951, XXXX Retablos de silencio y alma. Allí, en la primera sección que denomina Perfiles gastados, refleja su sentir por los sinsabores de la vida y la conciencia de la muerte; demostrando, al mismo tiempo, un visible respeto por Dios y sus designios en su poema Póstuma.

 

Quiero doblegarme allí  

Donde la rosa muere, 

Donde la luz se empaña,

Donde la furia duerme.

 

Resistiré la cruz de mi tormento

Hundirse en los anales de mi ancestro.—

Quiero doblegarme allí

Donde el fruto perece

Donde la sombra crece

Donde el silencio late

Donde el gusano impera

 

Descansaré 

del fardo pestilente que llevo

Repleto de ironías y sueños

 

Quiero doblegarme allí

Donde la lucha es tierra

Donde el final es ocre

El final es verde

La vida es fosa

 

Doblegarme

Sumisa

Estirada

Con un velero enfermo

Surcando en mis ojeras

El rabiar de mis lágrimas

Hirvientes de quimeras. 

(Pág. 21)

 

Melba no solo era poeta. También era narradora, conferencista, articulista y viajera infatigable. Sentía predilección por las flores, especialmente por las orquídeas que con tanta dedicación cultivaba en su amplia mansión de la calle José Castillo, en San Francisco de Macorís. Lugar donde se reunía con sus pocos amigos, entre ellos el inolvidable poeta Domingo Moreno Jimenes.

Se podría suponer que el conocido rechazo de muchos hacia ella —algunos por envidia y otros por no entender a esta singular mujer, adelantada a su época— era la causa de que Melba no se codeara con la mayoría de los escritores de ese entonces. Sin embargo, a través de su literatura queda evidenciado que Melba era una indiscutible amante de la soledad. Así lo expresó en su poema Y tú.

 

Qué soledad 

tan amplia me obsesiona.

[…]

Qué plenitud 

tan ebria de abandono me confunde.

[…]

(Faenas para Adán – Pág. 27)

 

De igual manera, la soledad se presenta propia y contundente en su poema Mi tesoro:

 

Es mía la soledad, 

mías las penas

mío el pensamiento austero 

y los granates de mi desasosiego. 

Es mía la temperancia 

y las perlas negras de mi idiosincrasia.

Con este tesoro 

no tengo miserias.

[…]

Es mía la soledad, 

mía la espera 

y el arroyo infecundo de mi llanto.

Soy heredera de mundos apacibles, 

me pertenece 

el ave fénix de mis propios sueños.

[…]

En mi gran silencio 

tengo un ramo seco 

de flores de espliego.

(XXXX Retablos de silencio- Pág. 61)

 

Su primer libro, Alas abiertas, fue publicado en 1950. A este siguieron otros, como era de esperarse. 

XXXX Retablos de silencio y alma en 1951, mencionado más arriba. Faena para Adán en 1952, donde claramente predice lo que hacemos en este momento con ella, en su poema Mensaje:

 

Escribo desde hogaño.

Hablo 

desde el mundo morado

de mis sentimientos.

¡Oh imaginación!

Desde adentro 

grita una antorcha de luz 

en purificación al universo.

[…]

Unidos, 

los hombres de un futuro genial

harán autopsia 

sobre el mural 

de mis cavilaciones vigorosas.

Pág. 5.

 

En el mismo año de 1952, escribe la novela El voto, la cual publicó años después. 

Melba fue una mujer tan creativa que tuvo la habilidad de desplazarse por diferentes géneros literarios con pasmosa facilidad. Debido a esto, escribió también obras de teatro. Entre ellas, El banquero de las hadas, la cual fue presentada al público en 1957. 

Ese mismo año nació uno de sus poemarios más desgarradores: Tiempo para la muerte. Lo escribió durante sus últimos días, cuando un cáncer inclemente hacía desaparecer de forma paulatina el hermoso rostro que había fascinado a tantos de sus conocidos. 

 

¿Hasta cuándo, señor?

Mi voz te nombra. 

Gruñe la carne con un eco desahuciado.

¿Qué saben los otros hombres  que me miran 

hasta dónde  un puñal hiere tristezas?

¿Hasta cuándo, señor?

Mi voz te nombra y permuta mi pena en esta tierra.

 

[…]

 

Hazme la carne muerta y sólo el alma cruzará los espacios prometidos.

Que no vuelva a mirar las hojas verdes 

ni el remoto cansancio de los pájaros me atraiga. 

 

[…]

 

¿Hasta cuándo, Señor? 

Y cuantas horas me separan de Tí, 

-de tu mirada-. 

Fardo es la vida amarga 

que aun me logra 

y esperanza es tu dedo 

que es lisonja 

de este duro esperar que en mí ya abreva.

¿Hasta cuándo, señor? 

Da la señal. 

Y entonces 

pernoctará mi pena desmedida 

bajo un palio monumental 

de tierra. 

(Tiempo para la muerte – Pág. 20)

 

Otra obra narrativa de Melba es Caña Dulce, publicada en 1954. En esta novela, la prolífica autora aborda un tema que sigue igual de vigente en nuestros días: una historia de amor y violencia, que pone de manifiesto el machismo. Si bien el tema es fuerte y cotidiano, la forma en que Melba hace uso del lenguaje para relatar la historia aparece impregnada de su marcada sensibilidad poética. 

 

Sobre la tierra desembrada troncos muertos derramaban un estoicismo sin medida. Parecían mutilados deformes de fuerza descomunal calificando el paisaje desde su estático poder en apuros de destrucción, desencajados de forma.  Eran inválidos de fe quemada, perseverantes esquemas de olvidados  “tocones “, oasis desgreñado de los pintores huraños. martillo agudizado del bardo vanguardista.

Caña Dulce (Pág. 29).

 

Siguiendo con su prosa, se pueden resaltar sus relatos de viajes: Postales sin Estampillas (1952) y Estampillas Suecas (1955). 

De esta última obra se dice que el primer ministro de Suecia quedó tan complacido que envió una carta de agradecimiento a Melba. Esta acción despertó la curiosidad de muchos y la ira de sus detractores —especialmente de María Martínez de Trujillo—, por creerse —absurdamente— que el sobre contenía una nominación al premio Nobel de Literatura. En consecuencia, Melba fue vetada de todos los periódicos dominicanos, perdiendo así la posibilidad de publicar sus artículos como hacía con regularidad. 

Ese mismo año de 1955 publica el poemario Cáfila Amarga, para concluir en 1957 con Tiempo para la muerte.

Su alma descansó de este mundo el 4 de junio de 1962.

Es justo reconocer que Melba fue más poeta que otra cosa, y que escribía poesía de una manera tan melbística que quizá por eso Pedro René Contín Aybar escribió: “Melba escribe con materiales no usados por sus antecesoras, […], por lo que su poesía no recuerda ninguna de las consagradas, manoseadas y delirantes poetisas tan del gusto de todos.” Cuadernos dominicanos de cultura (Pág. 445)

Sin lugar a dudas, Melba Marrero de Munné fue una escritora formidable: por su flexibilidad para abordar distintos géneros literarios, y el estilo único e irrepetible con el que marcó sus creaciones. Gracias a su impecable trabajo, los amantes de la buena literatura podemos sumergirnos sin esfuerzo en un oasis de indiscutible belleza y deliciosa originalidad.

¡Rescatemos su legado!